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Arquitectos: Caá Porá Arquitectura, Leggett & Cahuas, del Hierro UA
- Área: 500 m²
- Año: 2022
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Fotografías:Jag Studio
Descripción enviada por el equipo del proyecto. El Centro Jambatu es una de las instituciones más importantes del mundo en investigación y conservación de anfibios. Se encuentra a las puertas de algunas de las zonas con mayor diversidad biológica del planeta y gestiona una importantísima colección de anfibios con casi 3.000 ejemplares, entre los que figuran 29 especies de ranas y sapos en peligro de extinción. La mayoría de ellas sólo viven en cautividad.
Además de las estrategias de conservación que incluyen la reproducción ex-situ e in-situ, el biobanco y el uso sostenible de los recursos genéticos, el reto al que ahora se enfrenta el Centro Jambatu es la educación, dada la necesidad de realizar esfuerzos masivos para aumentar el conocimiento y concienciar al público sobre la crisis de los anfibios y lo que hay que hacer para salvar a muchas especies de la extinción.
El diseño de nuevos espacios de exposición, laboratorios, bioterios, saparios y otras instalaciones señala un capítulo crítico en la vida del centro. Representa, por un lado, un paso importante hacia la mejora de las condiciones de las instalaciones de investigación de Jambatu y, por otro, muestra el deseo de compartir el trabajo del centro con la población local, de acercar el público a las ciencias, de llevar la ciencia a la vida cotidiana.
Un retiro de cinco metros de la acera crea un umbral público entre la ciudad y el centro, donde la gente puede asomarse a los interiores a través de una fachada porosa. Se trata de un espacio privado de uso público durante el día. Los visitantes pueden entrar por el lateral a una larga sala de exposiciones que incluye un bioterio (instalaciones para la cría de grillos) y terrarios para siete especies emblemáticas de anfibios. A continuación pasan al ranario y los laboratorios, donde se llevan a cabo los trabajos científicos actuales. Uno de los principales retos del proyecto era encontrar la forma de conectar los espacios de investigación con un recorrido público, sin reducir la intimidad y el aislamiento necesarios para los procedimientos de laboratorio.
En la parte norte del solar, un edificio restaurado alberga el centro cultural, oficinas y laboratorios de alto nivel. En la planta inferior, al final del bucle de circulación, hay un espacio largo y oscuro destinado a actuar como túnel inmersivo, un terrario del tamaño de una habitación donde los visitantes pueden experimentar el entorno climático de la rana.
Por último, en la parte inferior del recinto, hacia el río Pita, hay un jardín botánico de marsupiales que actúa como laboratorio abierto para ensayos de reintroducción de 6 especies que vivían en Quito hasta hace poco y desaparecieron del paisaje urbano debido a la pérdida de hábitat.
La construcción del Centro Jambatu fue concebida de manera gradual, tomando en cuenta las exigencias y factibilidad del proyecto, lo que implicó la búsqueda de financiamiento de organizaciones como National Geographic, PNUD, entre otras. Asimismo, su ejecución se ajustó al dinamismo de las actividades del centro, así como a las necesidades de ampliación y almacenamiento de anfibios y grillos.
La concepción de la construcción y su materialidad se centró en la búsqueda de materiales transparentes que permitieran a los visitantes del centro conectar más íntimamente con los edificios, al tiempo que se creaban ecosistemas y microclimas para los anfibios. El propósito era lograr una integración armoniosa de los edificios en un gran jardín, convirtiéndose así en parte integrante de la naturaleza circundante.
Dado que el Centro Jambatu está situado en una zona de alto riesgo ante posibles erupciones del volcán Cotopaxi, fue necesario un cambio radical en el diseño original, optando por una arquitectura muy ligera inspirada en los mismos terrarios temporales que se habían creado anteriormente y cuya funcionalidad había demostrado ser muy eficaz. Esta transformación arquitectónica implicó el uso de edificios articulados mecánicamente y materiales panelables, desmontables y ligeros, lo que permitió la evacuación del 50% del museo en 48 horas.
La donación de la casa, al ser el único edificio preexistente, se destina a la creación de áreas funcionales de gran complejidad, como laboratorios altamente equipados, espacio de cuarentena, atención médica especializada para anfibios, salas de liofilización, oficinas y un centro de fotografía dedicado a captar imágenes de estos fascinantes animales.
El diseño del Bar de Exposiciones/Museo se basa en la idea de crear un espacio visualmente permeable desde el exterior al interior. Para lograrlo, los bloques de hormigón se han invertido de modo que los huecos permiten una visión transparente de la exposición de anfibios. La entrada gradual de luz a lo largo del recorrido es un rasgo distintivo del espacio. La estructura metálica se ha diseñado como un conjunto de bastidores que soportan los bloques de hormigón a medida que se van levantando. En una de las fachadas, los bloques están abiertos, mientras que en la otra están cerrados, adaptándose así a las condiciones de la exposición y a las necesidades de los visitantes.